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«Three Little Words» | Escritos para #WomenInJazz

Julia Biel
19 septiembre, 2019

 

Hace 7 años que no digo “Te quiero” después de un beso.

Es una conclusión atroz, porque sí lo he sentido, pero no he abierto la boca.

Puedo reponerme de una desaparición inesperada, donde las letras vayan colándose entre las rendijas de los días y no haya ni un adiós inventado. Ghosting, lo llaman los bilingües entendidos.

También puedo resurgir de mentiras piadosas y otras con menos empatía. Puedo afrontar no estar en el momento adecuado y no coincidir con las ganas de quien te roba el sueño y te pinta otros.

Pero sé que me dolería mucho tener que ir hasta su casa y pedirle por favor, que me devolviera la caja con los “Te quiero”, que seguramente está olvidada en la última esquina del penúltimo recuerdo. Esto escuece demasiado, y no sé asumir ciertos riesgos.

“Te quiero”. Estas dos palabras que he colocado frente a una buena amiga, ante un proyecto del que vivo enamorada, un paisaje gallego, o un plato de croquetas, no he sido capaz, en más de 7 años, de ponerlas frente a un rostro con barba. Ni siquiera en forma de broma o barnizado con una capa de ironía.

¿Qué tiene la vulnerabilidad que provoca tan feos escalofríos?  El pasado hipoteca nuestro futuro (qué palabra tan pesada, por cierto), y mientras, en el presente, vivimos atontados las escenas más bonitas, con los labios cosidos para pedir, preguntar o decir. Si eres inteligente, esto dura hasta que te das cuenta. Hoy, por ejemplo.

La culpa de que yo reflexione sobre dos palabras, la tienen tres. Three Little Words en la voz de Julia Biel y el encargo de un nuevo texto para el festival Women in Jazz.

El título, la letra y esa voz. Una voz que parece pertenecer a otro cuerpo, a otra década.

Jazz que te llama desde lejos, con una mueca entre la sonrisa burlona y la palmada en la espalda, y que suena en el tempo perfecto para que te remanges las capas de cebolla y te sientes a identificar qué pintan ahí.

Con la canción de esta artista británica girando una y otra vez en la habitación mientras se convierte en mantra y deja de ser banda sonora, pienso: ¿las tres palabras de esta mujer son las mismas en las que pienso yo? ¿Las tres diminutas palabras que ella escucha al final del tema, son las que a mí se me agarran a los dientes incapaces de salir y acariciar a otro?

No lo sé. Pero la manera en que ella canta y cuenta, me hace estar acompañada mientras me sincero conmigo misma. Te recomiendo quedar con Julia el próximo 3 de octubre en la Sala Clamores, a saber qué terminas diciéndote.

Quizás, “te quiero”.

 

Iduna RuSol

@IdunaRuSol | www.idunarusol.com

 

 

 

Iduna RuSol es escritora y periodista.

Autora de «Amelié en Macondo», su «universo particular». Un libro cargado de divagaciones ilustradas, vestidas de prosa poética, ironía y una pizca de absurdo. En cada página conviven las historias que nos marcan, las que nos curten -adrede y sin querer- y las que nos pellizcan a través de una frase, una imagen o una canción. Una delicia en todos los sentidos.

Os animamos a que conozcáis más sobre ella en esta entrevista >> CLICK

[Foto: Sandra Bandrés]

 

 

 

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El 4 de octubre se estrena en los cines de toda España el concierto inédito de Aretha Franklin, «Amazing Grace»

2 septiembre, 2019

En enero de 1972, la gran Aretha Franklin actuó durante dos días dando un concierto de góspel en la Iglesia Bautista Misionera New Temple en Watts, Los Ángeles, grabando lo que se convertiría en su álbum más vendido, «Amazing Grace». Las sesiones fueron filmadas por un equipo de rodaje liderado por el director Sydney Pollack, pero el material de archivo terminó en una bóveda y ha sido durante 4 décadas uno de los tesoros cinematográficos perdidos de la música del siglo XX.

Antes de la muerte de Pollack en 2008, el director expresó su deseo de que se completara la película, y el productor Alan Elliott lo abordó con un equipo de gente apasionada con el proyecto.


AMAZING GRACE – LA PELÍCULA

Cuando Franklin estaba planificando el álbum, Warner Brothers aceptó filmar la sesión en 1972. Warner Communications, la compañía matriz de Warner Brothers Films y los sellos Warner, Reprise, Elektra y Atlantic, había cosechado los frutos de la “sinergia corporativa”, la nueva palabra de moda, con el éxito de la película de 1970 de Michael Wadleigh y el álbum de Woodstock. Warner había pagado 100.000 dólares por los derechos. La película recaudó 17 millones de dólares y el álbum vendió tres millones de copias. Warner Communications esperaba que Amazing Grace consiguiera el mismo éxito.

El Director de Servicios Musicales de Warner Brothers, Joe Boyd (Productor de Nick Drake, Pink Floyd), propuso contratar al documentalista Jim Signorelli y a su equipo de operadores de cámaras de 16 mm. Pero antes de que se firmara el acuerdo con Signorelli, el CEO de Warner Brothers, Ted Ashley, mencionó el proyecto durante una reunión con Sydney Pollack. En ese momento, Pollack acababa de ser nominado a un Premio de la Academia al Mejor Director por su película, «Danzad, danzad, malditos». Pollack se apuntó de inmediato al proyecto al escuchar el nombre de Franklin.

Amazing Grace se grabó en directo en la iglesia del reverendo James Cleveland en Watts, California, ante un público/congregación muy participativo y se convirtió en el álbum más vendido de la carrera de Franklin y el álbum gospel más popular de todos los tiempos.

Sin embargo, la película no se estrenó nunca.

Sydney Pollack era un director de largometrajes. Cuando se graba, el sonido suele sincronizarse a posteriori en el estudio. Tras dos extraordinarios días de grabación, los montadores abandonaron el trabajo. No había claquetas, ni marcas para guiar el sonido y sincronizarlo con las imágenes. Pollack contrató lectores de labios y montadores especializados, pero no tuvo suerte.

La película languideció durante casi 40 años hasta que Alan Elliott, antiguo productor de Atlantic contactó con Pollack y, juntos, preguntaron a Warner Brothers si podían utilizar la nueva tecnología digital para combinar el sonido con las imágenes y hacer una película con el material en bruto.

47 años después, esta película es un testimonio de la grandeza de Aretha Franklin y un viaje en el tiempo a un momento de la historia musical y social de Estados Unidos.

La película musical, Amazing Grace, que recoge este mítico concierto se estrena en cines de toda España el viernes, 4 de octubre, tras su exitoso paso por el Festival de Cine de Berlín y el Festival de Cine de San Sebastián.

 


AMAZING GRACE – LISTA DE CANCIONES DE LA PELÍCULA


Primera noche

“On Our Way”

“Wholly Holy”

“What a Friend We Have In Jesus”

“How I Got Over”

“Precious Memories”

“You’ve Got A Friend”

“Precious Lord Take My Hand”

“Amazing Grace”

“My Sweet Lord” (Instrumental)

Segunda noche

“Mary Don’t You Weep”

“Climbing Higher Mountains”

“Old Landmark”

“Never Grow Old”

“Old Landmark” (Créditos de fin)

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«Mañana busco a Louis» | Escritos para #WomenInJazz

28 julio, 2019

Descolgaba los cuadros con la calma asustadiza de quien no sabe despedirse. 

Descubriendo de nuevo el blanco roto de aquella pared, volvía a sentirse vulnerable, como el primer día que durmió bajo aquellas pinturas con los rostros de sus voces mentoras.

Mientras el vértigo ganaba espacio, pensaba. Demasiado alto para lo que quería oír, demasiado bajo para la contundencia del cambio que estaba preparando en aquellas cajas.

Encendió la radio para que alguien más hablara entre las cuatro paredes que estaba a punto de abandonar. Los cuadros de Nina Simone, Miles Davis, Billie Holiday y Ella Fitzgerald, daban fe de las notas que allí habían nacido, y ahora serían testigos de las noches en que ella llegara agotada de ensayar para, al fin, subir al escenario que había estado persiguiendo durante más de 10 años. 

“Una de las muchas cosas que odiaban los nazis era el jazz. Una música que llegó a prohibirse en el emisoras alemanas y en los países que durante la Segunda Guerra Mundial cayeron en sus manos. Hitler consideraba que el jazz era una música degenerada…”

Y cambió de emisora en su cerebro, dejando atrás las dudas de por qué ella, de si sería capaz, para viajar al Berlín de los años 30 y 40, donde el estilo de música que le había salvado de una infancia solitaria, podría haberle privado de su libertad y haber puesto su vida en riesgo.

Se sentó frente a Louis Armstrong y escuchó su versión de Mack the knife, tema de la La ópera de los tres centavos, escrita por Bertolt Brecht y con libreto de Kurt Weill, con la que la locutora seguía poniendo escenario y banda sonora a su efímera evasión.

Un tarareo que movía el aire desde su garganta, le sorprendió al mismo tiempo que en la radio una música estridente anunció el boletín informativo, provocando un aterrizaje forzoso entre cajas de cartón que anunciaban algo que a ratos temía: era el momento de atreverse, de salir a escena y vivir la realidad que tantas madrugadas insomnes había inventado.

Para este nuevo reto iluminado con los mejores focos, latente tras unas cortinas de terciopelo rojo y expuesto ante un centenar de butacas, iba a necesitar una cara amiga.

“Mañana busco a Louis. Sin un cuadro de Louis Armstrong no me sentiré arropada, lo necesito”. Y después de creerse su nueva superstición, cerró la última caja, se acercó al tocadiscos, que aún resistía fuera de las pompas de plástico, y escuchó la última canción de su antigua vida. Esta vez, quien rugía era Nina.

– Por Iduna RuSol.